Etapa de 22 Km. Por primera vez desde Roncesvalles, el día está medio despejado sin lluvia ni viento aunque todavía se nota mucho frío. Es una etapa muy llevadera porque en la mayor parte del trayecto se va descendiendo.
Antes de tres Km. de salir de Agés entramos en la población de Atapuerca conocida por su yacimiento paleontológico, es una pena no poder hacerle una visita pero requeriría emplear un día.
Pasado el pueblo de Atapuerca hay la subida de un pequeño puerto a la sierra del mismo nombre, subida un poco dura por el suelo que es muy pedregoso. Desde lo alto del puerto ya se divisa a lo lejos el núcleo urbano de Burgos. A partir de aquí se inicia un descenso constante hasta Burgos.
Debido a la bondad del trayecto, he alcanzado en Cardeñuela a Carlos y Francesc que se habían parado a desayunar en un bar a pié de camino. Yo también me he parado a desayunar, y como hacía sol y apetecía disfrutarlo después de tantos días de lluvia y frío, me han esperado e incluso hemos alargado un poco la parada.
Hemos seguido el camino, antes de llegar al aeropuerto de Burgos Carlos y Francesc ya me habían tomado ventaja. Rodeado el aeropuerto, he llegado a la estación de RENFE. A partir de allí todo es polígono industrial hasta llegar a Burgos. Había una parada de autobús llena de peregrinos ( allí estaban también Carlos y Francesc ) para evitar la travesía de la zona, que aparte de no aportar ningún aliciente, es peligrosa por el tráfico de camiones de gran tonelaje. Hemos cogido el autobús hasta el mismo centro de Burgos.
Hemos accedido a las inmediaciones de la catedral por el Arco de Santa María que ofrecía un aspecto radiante, parecía de un blanco inmaculado. Contrastaba con tantos días de ver todo gris y con colores apagados.
Arco de Santa María.
La catedral desde la plaza de Santa María.
Después de contemplar un buen rato la catedral, nos hemos dirigido al albergue municipal La Casa del Cubo que está justo detrás de la catedral. Hemos tenido que hacer un poco de cola pero nos han alojado rápidamente. El albergue está muy bien, los dormitorios están divididos en pequeños pasillos a modo de habitación con cuatro literas y sus correspondientes taquillas con llave. Cada litera dispone de luz y enchufe para poder cargar cámara y móvil. Las taquillas son enormes, a mi me han cabido las dos mochilas, los bastones y aún quedaba espacio para meter mas cosas. Cada pasillo-habitación, al salir, tiene un lavabo y justo en frente las duchas y servicios. En la planta baja hay una gran sala con mesas para comer, cocina, microondas, lavadora y secadora, y varias máquinas de café, bebidas y bocadillos. Para dejar las botas hay una especie de armarios-archivo verticales numerados de forma que no quedan a la vista y están muy bien ordenadas. Para subir a las plantas hay ascensor. Por supuesto hay calefacción y agua caliente. Es probable que los arquitectos que han diseñado la distribución han sido peregrinos. Y el precio 3 €. ¡ No se puede pedir más !.
Después de asearnos y cambiarnos, hemos ido a comer, nos hemos alejado un poco de la catedral donde los restaurantes y mesones son de "alto nivel". Hemos encontrado un sitio con menú especial con cordero y cochinillo asados. Yo me he tomado una sopa castellana (de ajo) y cochinillo con un buen vino que hemos pedido. Todo excelente y a precio razonable.
Al salir de comer hemos ido al museo de la catedral, con precio especial para peregrinos. Hemos visitado las estancias del museo, el claustro y el interior de la catedral. No describiré esta visita porque sería muy largo y ya hay mucha documentación de todo ello en internet. Solo mencionaré dos cosas que me impresionaron bastante, La Escalera Dorada, un alarde de ostentación y solemnidad en un espacio muy reducido, y el cuadro de "La Magdalena Penitente" en la Capilla del Condestable, atribuída a Giampetrino discípulo aventajado de Leonardo da Vinci. Me llamó enseguida la atención por recordarme el estilo de la Gioconda.
La Escalera Dorada
La Magdalena Penitente.
A la salida de la visita a la catedral, hemos vuelto al albergue. He aprovechado para lavar la ropa. A última hora hemos salido a cenar un poco. Por el camino hemos encontrado a Marcilio el brasileño y hemos ido los cuatro a tomar unos vinos con unos bocaditos de morcilla de Burgos ( como no ) y jamón. A Marcilio le encantaron ( y a nosotros también ) . Lástima que hemos tenido que regresar pronto al albergue.