Etapa de 7 Km. Tal como ya he comentado la idea era de llegar pronto a Ponferrada para poder visitar la ciudad.
A las 9:15 ya estaba en el albergue ( albergue parroquial San Nicolás de Flue, También llamado del Carmen ). A esta hora, estaban cerrando para hacer la limpieza y no se abría hasta pasado el mediodía.
He pedido que me permitieran dejar la mochila y he salido con la mochila pequeña con lo indispensable para pasar la mañana. Mi intención era aprovechar para visitar el castillo y alguno de los museos antes de alojarme en el albergue, pero .... ¡ Sorpresa !, es lunes y es el día festivo para todos los museos, castillo, y todo aquello que se puede visitar.
Me he dirigido al barrio antiguo y después de desayunar tranquilamente he visitado la plaza del ayuntamiento y la basílica de Ntra. Sra. de la Encina ( patrona del Bierzo ) y el castillo de los templarios por el exterior.
De la basílica me ha llamado mucho la atención una imagen de Cristo crucificado de estilo románico muy bien conservado y que por estar protegido por un cristal de seguridad es posible contemplar muy de cerca y apreciar todos sus detalles. He buscado por internet si estaba documentado pero no he encontrado ninguna referencia.
Cristo en Majestad en Ntra. Sra. de la Encina ( románico ).
Castillo templario.
Al mediodía me he dirigido al albergue, aún no habían abierto pero en el patio había mucha gente esperando. Por suerte me han respetado que ya había estado allí el primero ya que había dejado la mochila y era la primera de la cola. Cuando han abierto me han asignado una habitación con cuatro camas. La he compartido con un matrimonio catalán y un inglés. El albergue está muy bien, tiene un patio muy grande con bancos, zona de máquinas de bebidas y al fondo un cubierto con servicios, duchas lavaderos y tendederos, todo muy bien organizado, limpio y suficiente.
Desde el patio se accede a la capilla del Carmen y hay una columna jacobea de madera tallada obra de un chileno y una placa en memoria de un peregrino japonés fallecido en 2001.
Patio del albergue del Carmen
Después de instalarme y asearme, he salido para buscar un sitio para comer. Entonces me ha llamado Miguel ( ex compañero de trabajo ) que había pasado el fin de semana en Santiago con la familia, que aprovechaba el viaje para hacer unas gestiones en Benavente y se encontraba cerca de Ponferrada. Como sabía que yo estaba por la zona, me ha propuesto que nos viéramos y hemos quedado para comer juntos. Gracias a los avances tecnológicos (navegador), me ha localizado sin problemas ya que yo no habría sabido indicarle como llegar donde estaba.
Hemos ido andando por el barrio antiguo y le he mostrado los lugares que pocas horas antes había descubierto.
Hemos parado en un restaurante situado justo en frente de la entrada principal del castillo y hemos comido un entrecot de buey con un vino de uva mencía del Bierzo que nos ha recomendado el dueño y que ha resultado excelente.
Con Miguel en el restaurante.
Después de comer hemos regresado paseando por el barrio antiguo hasta la explanada frente el albergue donde Miguel había dejado el coche. Nos hemos hecho una foto y nos hemos despedido ya que le quedaban todavía unos pocos Km por recorrer.
Ha sido un encuentro muy gratificante en un día en el que se habían torcido todas las expectativas. Al final va a ser verdad que todos los días el Camino te recompensa con alguna sorpresa.
Despedida frente el albergue. Al fondo en el centro la capilla del Carmen. A la derecha el edificio del albergue.
Por la tarde he aprovechado para lavar la ropa y poner un poco de orden a mis cosas. Después he asistido a la bendición del peregrino que se celebraba en la misma capilla del Carmen a la que pertenece el albergue. Se ha celebrado una actividad muy curiosa, " La vela peregrina". Se ha encendido una vela que se ha ido pasando a cada uno de los asistentes ( éramos unos 25 ). El poseedor de la vela, tenía que ofrecer a los asistentes una vivencia, canción, oración o anécdota del Camino. Lo que me ha llamado mucho la atención es que a pesar de que cada uno se ha expresado o cantado en su idioma y no entenderlos en absoluto ( había coreanos, japoneses, vietnamitas ... ), se percibía la emotividad y sentimiento de sus palabras. Al final un italiano de raíces españolas, nos ha deleitado ( con una voz muy cultivada ) con varias canciones de carácter sacro que en aquel ambiente nos ha hecho vibrar a todos. Al salir, en silencio, en el cruce de miradas se evidenciaba un sentimiento de paz y concordia que no puede explicarse con palabras.